LA BOTÁNICA Y LA LÍRICA
Toronto, Ediciones ERATO
2018
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Apamates. Oleos de Luis Alfredo López Méndez
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SEIS ACCIONES SACARAS PARA SALVAR LA TIERRA:
Siembra árboles
Protege los animales (los no humanos).
Disfruta el placer del aire.
Respeta el agua.
Administra bien el fuego energía.
Ama la tierra.
Defiende la Madre Tierra.
Homenaje a:
Andrés Bello,
Alexander von Humboldt,
José María Vargas,
Adolfo Ernest,
Henry Pittier,
j.j Cabrera Malo.
… Amici arborum.
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OSADÍA, POR EL VERDOR, POR SUS VOCES
Por qué el poeta suele, a veces sembrar en medio de sus composiciones árboles hierbas, el verdor? Viene la tradición desde Orfeo, desde Homero. Los arboles, los arbustos, las matas: padres-madres de la vida son; conocen suficiente de esa realidad, el uso de su recta razón, el ecólogo, el botánico científico, pero el poeta lo sabe. Vera él en los representantes de la vegetación nunca solo objeto del entorno sino una afectuosidad. Dialoga el poeta hondamente, por su condición de vidente, con ellos, con los seres verdes, ya mediante las voces insonoras del horizonte contemplativo, ya en otras basta el intenso entenderse recíproco de la presencia. Percatase el trovador-vaticinador del verdadero escuchar, del oir. Goza cuando percibe el júbilo de las plantas también siente su terror ante la llegada de los odiados arboricidas. Oye el canto coral de la selva, de la fronda, de los matorrales, de los morichales. Celebra la fiesta del bosque o se entristece con la mustiedad, la marchitez.
Habita en cada árbol una Ninfa según los antiguos griegos nominabanlas, en general, Dríades y Hamadriades, algunas cuales las Meliades yacian exclusivamente en los fresnos, otras, tal vez las de mayor rango, se ocupan del conjunto, de la floresta, de los verdegales, las apellidaban Alseides. Los sabios, las griegos, quienes pudieron conceptualizar, teorizar con su agudo pensamiento sobre el nivel metafísica de las cosas, concibieron de igual modo, a manera de colorario, ese fecundo a la par de enigmático orbe más allá de la apariencia física de la naturaleza: por supuesto un pedazo de ella lo encarna el mundo vegetal. Heredaron ese saber los trovadores de Occidente entendiendo Occidente cuál la Grecia de hoy: la expandida desde los litorales del Mar Egeo hasta las orillas americanas del Océano Pacífico, siguiendo la ruta del Sol poniente, la del Occasus … Quien esto escribe se identifica al respecto con lo afirmado por el filosofo alemán Martin Heidegger en su obra Introducción a la metafísica (Barcelona, Gedisa, 1977. p.18) quien dice (…) "intentaremos volver a encontrar el acceso al mundo griego cuyos rasgos fundamentales, aunque escondidos, dislocados, desplazados y cubiertos, siguen siendo los nuestros".
Ritma estos versos Fernando Paz Castillo en su composición
EL ÁRBOL DEL CAMINO
(…)
"Ante la rosa de plata de la Luna fría,
da sus flores el cedro.
El conoce el estupor de las estrellas
y, armonioso y austero,
deshoja la rosa de la sombra.
Para perfumar la noche, da sus flores el cedro.
(…)
Inmutable y sombrío,
con sus ramas ilógicas araña lo eterno”.
(Fernando Paz Castillo, Poesías. Caracas, Arte, 1966. pp. 133-135).
UN BOSQUEJO HISTÓRICO DEL CONEXO BOTÁNICA Y LÍRICA EN OCCIDENTE
En el primer poema de Occidente, cuyos doce cantos constituyen el cimiento espiritual de esta cultura civilización, a la Ilíada de Homero apunto, hay en esa obra esencial una metafora-simil célebre por su profundidad existencial a la par de su elegancia expresiva cuya más acertada traducción dice: "Cual la generación de las hojas asi la de los hombres ". Leo, para completar la descripción, el final del juego de los versos de Homero: "Esparce el viento las hojas por el suelo, / y la selva, reverdeciendo, produce otras / al llegar la primavera: / de igual suerte, una generación humana nace y otra perece (Canto VI, versos 146-149). Usa Homero las hojas de los arboles de plano evocado en el tropos, aunque muy bien hubiera podido agarrarse, para la noción de cantidad, de la arena, de las piedras, de los peces, de las gotas de lluvia. Unce él sin embargo al hombre, a su vida, a la vegetación. Pese a la inmensa distancia biológicas entre el mamífero humanus y los arboles el poeta los acerca en su metáfora en el largo deambular por el país de los días. Aleja de la comparación, curiosamente, a los hermanos menores, los otros vertebrados. Asi, pues, Homero lo conceptualiza.
Nunca los antiguos griegos a los bosques cuál una jugosa riqueza crematística los vieron, significaban por el contrario recintos sangrados para el hábitat de sus Diosas, Dioses, Divinidades silvestres Junto a su inseparable fauna específica. Bastaría mencionar para no ser prolijos, apenas a dos Deidades paradigmaticas: del orbe femenino la Diosa Artemis, Divinidad de las selvas, de las montañas, de los valles nemorosos acompañada amén de sus Ninfas con un cortejo de perras, ciervas, liebres, en fin. En el orbe masculino al Dios Dionysos en su perenne fiesta en el corazón de la floresta, en su holgorio celebrador de la euforia somática de la ventura de la oportunidad de estar, de su entusiasmo exaltatorio de la gratura del cuerpo, circuido de su coro de danzanates presidido por Pan, las Noras, los Satiros, Sileno, Hermafroditon, las Ménades, las Bacantes, Komos, elefantes, jirafas, serpientes, pájaros, inmersos en los ritmos violentos de su música de tambores, flautas, sistros, forminges, alborozada esta fiesta ambulante por su centellante colorido donde el azafrán, el rojo, el violeta. el escarlata, el glauco, el azul obscuro se privilegiaban.
Compuso Safo de Mitilene (s. VI a.C) - "Safo de trenzas de violeta, pura Safo de dulce sonrisa ", así su contemporáneo el trovador NmAlceo la describe en su gratisima, fértil isla de Lesbos arropado por las auras del Mar Egeo, un patético poema - "al son de la flauta de Lesbos", Arquiloco- donde ritma en sorprendentes versos cortos (conformantes de la estructura estrofica creada por ella, puntualizada después, en castellano, safico-adonica) la sutil relación entre la verde fronda, el amor, lo sagrado.
Ven a mi desde Creta a este templo
sagrado, donde hay un huerto
hermoso de manzanos y altares
que humean incienso,
donde corre agua fresca entre las ramas, sombrean todo el sitio los rosales,
y de las hojas que tiemblan cae
sueño profundo,
donde hay un prado en que pacen
caballos, hay flores de primavera
y brisas suaves ...
Ven aquí, la de Chipre,
Y en copas de oro escancia
graciosamente el néctar mezclado
con la hesta.
Sacralizaronse igualmente las selvas, los árboles antes y durante la República Romana, conservada dicha tradición por el subsecuente Imperio de aquellos latinos. Se mencionaran al respecto dos detalles, uno el famoso bosques de Aricia situado en la región del Lacio en el centro de Italia. Consagra la floresta a la Diosa Diana Nemorensis o Diana del Bosque, con su conexo templo sometido a un específico rito. La inmensa importancia de este singular culto dio origen a una enjundiosa, dilatada, investigacion antropológica contemporánea rotulada en castellano. La rama dorada del historiador, filosofo de las religiones occidentales, el irlandés Sir James George Frazer (1854-1941). Demuestra, grosso modo, Frazer la esencial coyunda entre las divinidades de la antiguedad clásica y la selvacidad, en medio de estos dos entes el sacerdote, llamesele vate, llamesele vidente, adivino, augur, aruspice, sortilego. En fin, el intérprete humanus con el singular don para esas lecturas sublimes de la naturaleza consagrado. Penetró la fuerza de estos misterios religiosos, también, la psiquis de los trovadores romanos. Se ofrece entonces el segundo paradigma de la clasicidad para cerrar las ejemplificaciones de este espacio basal del humanismo de Occidente el poeta Catulo (s. I a.C) quien en su carmen XXXIV ritma en vibrantes versos logificar los atributos vegetales entregados por Júpiter a la Diosa Diana. Seleccionanse apenas dos estrofas:
(...)
O Latonia, maximi
magna progenies Jovis,
quan mater prope Deliam
deposiuit oliuam,
montiumi domina ut fores
siluarumque uirentium
sal tuumque recondi torum
amniumque sonantum,
(...)
(...)
"O Latona, magna progenie
y del Máximo Jove,
a quién su madre parió
cerca del Delio olivo.
porque dueña de montes fueras
y de verdes selvas
y de recónditos bosques
y de sonoros ríos.
(...)
EN EUROPA. . .
De las provincias subditas del Imperio Romano hacia el oeste situadas, hoy Europa, ese radical vinculo tradicional anterior, arboles-religion-poesia, no podía heredarse asi dentro de ese naciente océano cultural, proveniente del inmediato pasado , en los noveles países emergentes. Cuando se constituyeron ya en naciones la sacralidad ahora exclusivamente a la religión cristiana pertenecía. Quedaba solo en el horizonte espiritual el otro nexo con la vegetación, con las selvas, el vigor de la poesía. Pues bien, faltarían fuerzas para escribir, para citar, los infinitos testimonios líricos procedentes de las antiguas colonias de la romanidad, luego países independientes, sobre esa sugestiva sinfonía entre las plantas del verdor enaltecidas el en las odas de los trovadores. Adornarán estas paginas, fragmentos de dos estrofas
fas de la EGLOGA PRIMERA de Garcilaso de la Vega (1501-1536) tomadas del "dulce lamentar de dos pastores", Salicio (de salix, en latin sauce) juntamente a Nemoroso (de nemor, bosque en latín).
" Salioios:
Por ti el silencio de la selva umbrosa,
por la esquividad y apartamiento
del solitario monte me agradaba;
por ti la verde yerba, el fresco viento,
el blanco lirio y colorada rosa
y dulce primavera deseaba. "
(...)
"Nemorosos:
Corrientes aguas, puras cristalinas;
árboles que os estais mirando en ellas,
verde prado de fresca sombra lleno,
aves que aquí sembrais vuestras querellas,
yedra que por los árboles caminas,
y el paso por su verde seno;"
(Garcilaso de la Vega, Poesías. Buenos Aires, Pleamar, 1946).
Fragmentos de estrofas éstos cual piedras de toque para corroborar el altísimos respeto a intelectual, la dignisima calidad odica de quienes continuaron, a la par de proyectar al futuro, la dinámica memoria de este aspecto de la poesía occidental nacida con Homero mas de diez siglos antes de cristo.
***
AHORA, EL NUEVO MUNDO ...
En "las regiones equinoccialeos del Nuevo Continente", tal nomino Humboldt al Nuevo Mundo, o mejor conocidas con el rotulo de Hispanoamérica, la poesía en castellanoamericano Andrés Bello la crea, originase en él con toda la hermosura aportada, por los nutrientes de la verde tierra novomundana uncida al diáfano talento de este venezolano. Hizo su lírica que mediante el tejido de las rítmicas palabras con lo vegetal, de la musicalidad verbal con el verdor, del sentido de las voces con las hierbas, los arbustos, los árboles, las ramas, las hojas, las flores, en fin.
Revelaron con sus acciones intelectuales Alejandro de Humboldt, Andrés Bello, ser ellos, en el estrato de la sabiduría, los verdaderos descubridores de la naturaleza del Nuevo Mundo. La brújula del destino ese privilegio les otorgo. Desde un ángulo de tiro riguroso científico el primer totalizante, sistemático, definidor de las relaciones causa-efecto en los múltiples fenómenos de la fisiocidad de este Continente verde.
La expedición organizada por el naturalista, geólogo, botánico, zoólogo, astrónomo, Alejandro de Humboldt (Berlín 1769-1859) y el médico, botánico Aimé Bonpland (La Rochelle, Francia, 1773- Uruguay, 1858) entró al Nuevo Mundo por el Puerto de Cumaná en la desembocadura del río Manzanares el 16 de julio de 1799: Emprendian, pues, desde Venezuela estos dos grandes varones de la ciencia la primera gran exploración rigurosa de la naturaleza de este insólito espacio geográfico situado en el extremo del hemisferio occidental, con su posterior corolario de la honda repercusión en el enriquecimiento de la geografía, mineralogía, geodesia, astronomía, zoología, botánica, entre muchas otras disciplinas del saber occidental. Es Humboldt el descubridor de la belleza del paisaje novomandano, así describe, en expresión de un salve, su profundo sentir al contemplar por primera vez el verdor del Nuevo Continente:
“Habíamos llegado al fondeadero, frente a la embocadura del río Manzanares, el 16 de julio al despuntar el alba, mas no pudimos desembarcar sino muy tarde en la mañana porque estábamos obligados a aguardar la visita de los oficiales del puerto. Se fijaban nuestras miradas en los grupos de cocoteros que ribeteaban la costa cuyos troncos, de más de sesenta pies de altura dominaban el paisaje. La planicie estaba cubierta de Casias, Papparis, y de esas Mimosas arborescentes que, semejante al Pino de Italia, extienden sus brazos en forma de quitasol. Las hojas pinadas de las palmeras se destacaban sobre el azul del cielo cuya pureza ningún vestigio de vapores enturbiaba. Subía el sol rápidamente hacia el zenit. Difundíase una luz deslumbradora por el aire, por las colinas blanquecinas tapizadas de Nopales cilíndricos, y por un mar siempre sosegado, cuyas riberas están pobladas de Alcatraces, de Garzas y Flamencos. Lo brillante del día, el vigor de los colores vegetales, la forma de las plantas, el variado plumaje de las aves, todo anunciaba el carácter prominente de la naturaleza de las regiones ecuatoriales.” (Alejandro Humboldt, Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente. Caracas, Monte Ávila Editores, 1985.
Referencia 1, Tomo 1, pag. 377).
Fija en palabras con igual sentimiento artístico la despedida de su aventura por la provincia de Venezuela:
“Habíamos pasado 16 meses en estas costas y en el interior de Venezuela. (…) Nos separamos de nuestros amigos de Cumaná el 16 de noviembre (de 1800)… La noche era fresca y deliciosa. Y no fue sin emoción que vimos por última vez el disco de la Luna iluminar la copa de los cocoteros que rodean las riberas del Manzanares.” (A. de Humboldt, Op. Cit., t. V. p. 80).
Canto Andrés Bello desde sus inicios literarios a la fronda novomundana. Curioso, solo de la vegetación, no de los animales, se ocupo. Asi las cosas, este creador vidente en su etapa caraqueña (hasta 1810) tres vigorosae odas al verdor compuso: "EL ANAUCO", "MIS DESEOS", "A UN SAMAN". El Continente verde, el de "las regiones equinocciales", humboldtiano, necesariamente de manera patética insertaria su selvacidad, sus verdegales, su frondosidad en las revelaciones de la creatividad artística de los humanos nacidos en la zona tórrida de esta parte del planeta. Su composición "EL ANAUCO"(escrita en 1800) refiérase a un pequeño rio de la Caracas de aquel entonces, en medio de un afectivo entorno boscoso, imbricado de referencias helenisticas,
(...)
''“Tú, verde y apacible
ribera del Anauco,
para mi más alegre
que los bosques idalios
y las vegas hermosas
de la plácida Páfos,
resonarás continuo
en mis humildes cantos;
y cuando ya mi sombra
sobre el funesto barco
visite del Erebo
los valles solitarios,
en tus umbrías selvas
y retirerados antros
erraré cual un día,”
(…)
En el soneto "MIS DESEOS" por primera vez en la lirica venezolana dos emblematicos árboles, muy singulares por sus tallos, el cocotero junto el sauce aparecen, así cual tambien la región nominada por siempre Aragua. En Venezuela dos especies de la familia de las Salicaceae hay, el conocido en el sermo ruralis sauce lloron (salix babylonica L.) Llegado el País tal vez durante el guzmanato, y el nativo, el sauce común (salix humboldtiana Willd.); el expresivo coco -coco1tero, palma de coco, de la familia Palmae Arecaceae, grata bandera verdeamarillosa de los trópicos, enriquece la acuarela fijada en los versos de Bello,
(...)
"De Aragua a las orillas un distrito
que me tribute fáciles manjares,
do vecino a mis rusticos hogares
entre peñascos corra un arroyito.
Para acogerme en el calor estivo
que tenga una arboleda también quiero, do crezca junto a la sause el coco altivo".
Puede decirse lo mismo de su pequeña composición con estructura métrica de romance rotulada". "A UN SAMÁN".
Al gigante de la flora nativa Bello en ese ritmo octosilabico lo inmortaliza ademas de insertarlo por vez primera en el lenguaje de la odica nacional. Emblematiza el Pithecellobium saman (Leguminosae Mimosaceae) con su colodal fronda las planicies calidas del occidente del País,
(...)
"Extiende, samán tus ramas
sin temor al hado fiero,
y que tu sombra amigable
al caminante proteja."
(André Bello, Poesias. Caracas, La Casaa de Bello, 1981)
Habia revelado Humboldt en su maravillosa aventura intelectual, científica, rotulada en su libro Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, por primera ves a los hispanoamericanos el esplendor, la realidad geográfica, la opima riqueza, la belleza, la temperie de la tierra donde habitan, donde nacieron, donde depositaran sus huesos: el Nuevo Continente. Por eso, Bolívar en carta de 1820 define a Humboldt "el descubridor científico del Nuevo Mundo". Comenzo a editarse dicho libro primero en francés a partir de 1814, ese mismo año se inicia la versión inglesa, impresa en Londres. Esta última fue la leída por Bello durante su larga permanencia en la capital de Inglaterra. Significo este acontecimiento el encuentro existencial definitivo entre el gran poeta y el gran naturalista. Desde la remota capital británica a Bello se le manifiesto con ese hallazgo la majestad natural de su Continente nativo. Solo así pudo, Bello componer dos formidables poemas novomundanos, "ALOCUCIÓN A LA POESIA "(Londres, 1823)," LA AGRICULTURA DE LA ZONA TORRIDA" (Londres, 1826). Dos largas silvas donde por primera vez se invita a los trovadores a celebrar con sus cantos a los territorios comprendidos entre el Trópico de Cáncer del hemisferio boreal, el Trópico de Capricornio del hemisferio austral, divididos por el circulo máximo del Ecuador, i la zona Torrida pero solo en el ambito circunscrito al Nuevo Mundo!.
Reseño Humboldt en su largo recorrido de dieciseis años Deses (16-VII-1799 al 16-XI-1800) por el territorio vonezolano fehacientes descripciones de la agricultura de ese momento, expuso con detalle los cultivos originarios: el maíz, la yuoa, la papa, el cocotero, el cacao, la piña, las sapotaceas, las anonaceas tu a tantos otros. De las plantas exoticas, traidas por los europeos, destaco el cafeto, la caña de azucar, algunos frutales, en fin. Señales de estas plantas sativas pormenorizadas por el científico aleman renacerian después en los versos de Andrés Bello.
Ofrece de al lector apenas las primeras estrofas de Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida
¡Salve, fecunda zona,
que al sol enamorado circunscribes
el vago curso, y cuanto ser se anima
en cada vario clima,
acariciada de su luz, concibes!
Tú tejes al verano su guirnalda
de granadas espigas; tú la uva
das a la hirviente cuba;
no de purpúrea fruta, o roja, o gualda,
a tus florestas bellas
falta matiz alguno; y bebe en ellas
aromas mil el viento;
y greyes van sin cuento
paciendo tu verdura, desde el llano
que tiene por lindero el horizonte,
hasta el erguido monte,
de inaccesible nieve siempre cano.
Tú das la caña hermosa,
de do la miel se acendra,
por quien desdeña el mundo los panales;
tú en urnas de coral cuajas la almendra
que en la espumante jícara rebosa;
bulle carmín viviente en tus nopales,
que afrenta fuera al múrice de Tiro;
y de tu añil la tinta generosa
émula es de la lumbre del zafiro.
El vino es tuyo, que la herida agave
para los hijos vierte
del Anahuac feliz; y la hoja es tuya,
que, cuando de süave
humo en espiras vagorosas huya,
solazará el fastidio al ocio inerte.
Tú vistes de jazmines
el arbusto sabeo ,
y el perfume le das, que en los festines
la fiebre insana templará a Lico.
Para tus hijos la procera palma
su vario feudo cría,
y el ananás sazona su ambrosía;
su blanco pan la yuca ;
sus rubias pomas la patata educa;
y el algodón despliega al aura leve
las rosas de oro y el vellón de nieve.
Tendida para ti la fresca parcha
en enramadas de verdor lozano,
cuelga de sus sarmientos trepadores
nectáreos globos y franjadas flores;
y para ti el maíz, jefe altanero
de la espigada tribu, hincha su grano;
y para ti el banano
desmaya al peso de su dulce carga;
el banano, primero
de cuantos concedió bellos presentes
Providencia a las gentes
del ecuador feliz con mano larga.
No ya de humanas artes obligado
el premio rinde opimo;
no es a la podadera, no al arado
deudor de su racimo;
escasa industria bástale, cual puede
hurtar a sus fatigas mano esclava;
crece veloz, y cuando exhausto acaba,
adulta prole en torno le sucede.
(...)
(Andrés Bello, Poesías. Caracas, La Casa de Bello, 1981. Pp. 65-67. Obras completas, v.I.).
* * *
Concluyese esta sección con un párrafo redactado no por un poeta sino por un cientifico: Henri Pittier en su Suplemento al Manual de plantas usuales de Venesuela (1939) afirma: "En las paginas que anteceden se han esbozado ligeramente los aspectos más familiares y las riquezas de la flora de Venezuela. Volumenes serían necesarios para hacer una descripción completa de las bellezas y singularidades de la admirable naturaleza vegetal de este País. (p. 511 de la edición de 1970. Vide: Caracas, Fundación Eugenio Mendoza).
EL GUAYABO, EL GRANADO, EL TAXONOMO LINNEO (1707-1778).
Cuando sobre su mesa en el laboratorio, para su estudio, le obsequiaron una rama de guayabo– con sus hojas, sus flores, sus frutas- procedentes de las selváticas planicies del Orinoco, el botánico se admiro por lo apetitosa de su fruta, el penetrante aroma, su gustoso colorido más por sobre todo sus abundantes semillitas: este ultimo detalle trajo de inmediato a su memoria otra fruta originaria de las tierras mediterráneas de África, la granada. Vinculó por este recuerdo, mediante un gracioso ludismo etimológico, a los dos árboles productores de dichas pomas, aunque Linneo sabia muy bien la distancia taxonómica entre ambas plantas –la primera es Psidium es la versión latina del vocablo griego side, nombre del granado en esa lengua. Aparecía así en el glosario botánico un injerto solo nominativo, un enlace nunca proveniente, de la scientia amabilis sino de lo afectivo, del homenaje, de las remembranzas culturales de Linneo al enhebrar un árbol novomundano genesiatico de las florestas orinoquenses de la Zona Tórrida, de la poetizada por Andrés Bello con su “Salve, fecunda zona, / que al sol enamorado circunscribes””… el Nuevo Mundo, con otro, el granado cuya ascendencia histórica, mitológica, se disemina en antiquísimas civilizaciones agrarias de los pueblos mediterráneos, el taxonomizado por Linneo Punica granatum L., de la familia vegetal Punicaceae.
Pero la familia botánica a la cual pertenece si, las Myrtaceae. Se deriva el nombre de esta división vegetal de una mata de las provincias costeras griegas, el Myrtus (M MUETOS). Representa este simpático arbusto en la mitologia helenica algunos de los atributos emblemáticos, por las especificas cualidades de sus flores, frutos, hojas, de la Diosa Afrodita, inherentes al erotismo, a la fecundidad. Aunque todavía en estas latitudes del mundo oocidental un mito en torno del guayabo ha tardado en aparecer, sin embargo este esbelto árbolautóctonosisu voz una ves dejó oir, la escuchó un poeta merideño, sobre ello una oda compuso:
"El arbol
un arbol
que mi escudo lleve un arbol,
que sea mi referencia totemica,
un arbol,
que se nos conozca
por defensores de algun arbol,
vale la huelga
la marcha
la excomunion
por un arbol.
en mi lecho final
por aquel árbol de guayabas
en el potrero del universo.
Resongare
y mi revolución será siempre
guayaba color arbol." (2010).
Poema de Alejandro Cardozo Uzcategui.
Más también la voz "Guayabo pasó a las composiciones melódicas del folklore venezolano con una resonancia muy singular: esencia el plano evocado de una metáfora expresante del doloroso recuerdo erótico, de la nostalgia del amor no realizado.
Grata esta estrofa de pie quebrado,
"Si dices que te vas lejos
ay caramba
no te olvides del pasado.
De un amor que se ha querido
ay caramba
siempre le wueda el guayabo."
Hay, por el contrario, sobre el granado, la granada, una extensa biblioteca de referencias mitológicas, limugísticas, históricas, amén de otras informaciones. Constituye lo único faltante el tiempo para su consulta. En el espacio de la poesía occidental que el granado primero nombra precisamente el creador de este trascendental de la literatura, Homero: en la Odisea, en el Canto VII, los siguientes versos de letras,
"Por defuera del patio hay un huerto cercano" a la puerta, de una cuatro yugadas, ceñido todo por un seto. Altos árboles crecen allí florecientes: perales y granados, manzanos cargados de espléndidos pomas, muy dulces, higueras y verdes olivos losanos."
(...)
Describese acá la huerta y viñedo del palacio de Alkinoo, rey de los feacios en la isla nominada por Homero Skería, padre de Nausikáa; protector ds Odisseo en esa etapa de su periplo. Muestra dicho canto VII El hombre de la gente de la nobleza griega agraria insular, de su alto nivel de civilidad, del desarrollo de su agricultura. "No se pierden sus frutos ni ellos cuidando, ni el mar en invierno o en verano; el hijo frutos perennes; el Cefiro sopla siempre, a unos producen ya otros maduros; la pera envejece en la pera, la manzana en la palma, la uva en la uva y el higo también sobre el higo. Existe una viña que está siempre llena de uvas y una parte del fruto en el lugar abrigado se seca bajo el sol, del resto vendimian también una parte, la otra la pisan; y están más allá las agraces que la flor van soltando; las otras apenas al negrean. Y las ultimas cepas bordean los linios de toda la variedad de verduras, en cada estación siempre verdes ".
(...)
(Homero, Odisea. Barcelona, Planeta, 1981. pp.105-106).
Riela entre los mitos helénicos más conocidos el de la muchacha llamada Side (granado en griego) quien rehuyendo las pretensiones incestuosas de su padre se degolló sobre la tumba de su progenitora; de su sangre los Dioses hicieron nacer un granado, mientras que su padre en un halcón transformaron, la cual ave -dicen- elude posarse en dicho árbol. Sintetiza así la fabula Constantino Falcon Martínez, y otros, en su Diccionario de mitología clásica (Madrid, Alianza, 1980. v. II, p. 567). Narrase en el mismo volumen, en el caso correspondiente al mito de los Titanes: "Volvemos a encontrar los Titanes en otro episodio mitológico de la naturaleza muy distinta: la muerte del pequeño Zagreo (nombre del dios Dionysos en su etapa infantil). Los Titanes se apoderaron del niño, lo despedazaron, hirvieron sus trozos en un caldero y preparación en un banquete, mientras que, de la sangre de la victima nacía un granado ". (Op. Cit. P.612).
Establece tal vez la presencia de la sangre en ambos mitos una vinculacion Magica simpatética homeopática (jg Frazer, la rama dorada. MEXICO, FCE, 1981. P. 63) mas esto escapa al interes de este escrito. De rompe en solitario SE aprecia una relacion formal, estética: el color rojo, 1a consistencia liquita, junto a lo patetico de ambas situaciones alli contadas, por ello la ilación expositiva de dichos contenidos a la Poesia, certeramente, apuntan.
Menciona Publio Ovidio Nason (s. I a.C.) la granada en su obra Las metamorfosis en el mito donde se refiere al rapto de Proserpina, la hija de la Iosa Ceres, por el Dios Plutón, soberano del mundo subterraneo. Habia accedido a Jupiter, ante las suplicas de Ceres, del retorno de Proserpina a los predios de su hogar materno en la superficie terrestre siempre y cuando no hubieta probado ningun manjar del reino de los muertos. Pero -escribe Ovidio: "Proserpina no habia guardado la rigurosa abstinencia necesaria para su libertad. Un dia, cuando se paseaba por los jardines del palacio de Plutón, cogio una hermosa granada de la cual comio siete granos"... (Barcelona, Iberia, 1969. Lib. V, 3. p. 147).
Ahora bien, en cuanto a los siempre resbalosos términos nominantes se podria usar a la siguiente propuesta, audaz, de ordenamiento: Nombraron los latinos, originariamente, a esta sabrosa fruta granatum, vocablo objetivo por cuanto a sus numeros granos - granum- o semillas refiérese. El posterior adjetivo sparecido en el torrente de la latinitas, punicus, punica, significa cartagines u oriundo de Cartago, antigua metrópolis norafricana posesora de un alto desarrollo mercantil, funfada por fenicios. Punicus viene del griego phoinikds (poivikos), fenicio en pronunciación castellana. Gozaban de mayor tamaño las granadas de la region de Cartago, mejor sabor, por eso a las granata italicas sustituyeron, no solo em el consumo sino en la denominacion a partir deblas intensas relaciones entre la ciudad norafricsna con Roma, entonces punicum comenzo a llamarse, algunos cual Ovidio la explica en punicum malum (Malum: nombre latino de la manzana o de frutas similar, procede esta voz del hriego melon con el mismo sentido anterior).
Apoyado en su inteligencia a la par de su vanta cultura científica uncida a la humanistica, supo Linneo unir en la nomenclatura taxonómica los dos momentos historicos del pequeño árbol: punica granatum L. mas ¿dónde dejaba este eximio botanico el vocablo griego brotado de los estratos profundos de la lengua helenica, side? Lo reservó, por los juegos del destino, pare la un arbol nativo de "las regiones equinocciales del Nuevo Continente", traido de las llanuras del Orinoco, el guayabo, la guayaba: psidium guajava L., echo mano, pára esa nomenclatura, del inusitado término griego psidion, con el cual Homero en sus oportunidades, en la odisea, a la granada se habia referido.
BUCARES, APAMATES EN LOS VERSOS DE UN POETA POCO
DADO A LAS ODAS SIIVESTRES
De la palabra con la cual se nomina la variedad de los árboles del genero Erythrina (de la familia Leguninosas Papilionatae) la mas eufónica, llena de sugerencias indescifrables por cuanto nunca remitirá a una etimología de ascendencia descifrable, por eso a este vocablo lo rodea el encantamiento, la sugestividad, apoyado por el juego formal cromático de sus hojas, de sus flores: es el bucare. De procedencia indígena el nombre segun lo recoge Lisandro Alvarado en su Glosario de voces indigenas dr Venezuela (Obras completas. Caracas, La Casa do Bello, 1984. v. I, pp.72-73). Los otros términos con los términos en el sermón rural se llaman "ceibo", "gallito", significa mucho del esplendor de este gigante de los bosques tropicales, hermoso siempre, ya en la plenitud del verdor del follaje en la epica de lluvis o asi su eclosión floral -roja, carmin, escarlata, anaranjafa, carmesi- durante el reino del verano, la llamada sequia.
Procedente de la lengua de los indigenas cumanagotos la voz apamate (Lisandro Alvarado, Op.oit.,p.46) designa un árbol principe de la flora venezolana. Con buena fortuna más de veinticinco metros de alto alcanza. Cubren sus flores un avanico cromatico desde el blanco hasta el violeta claro, se hallan entre esos limites el rosado, el solferino (morado rojizo) hasta el azuloso matizado de franjas. Representante altivo del género Tabebuia de la familia botánica de las Bignoniaceae, compartido este espacio taxonómico con otros monarcas de los bosques tropofilos: el araguaney, el araguán, la guarupa, el abey, el acapro.
Resulta dificil capturar mediante la red de las voces la inquietante belleza del apamate, del bucare, en inefable el intento se torna, igual exigencia limite para la pintura reclama. Tal vez la alta musica pueda su policromia montaraz, selvatica, convertir en aproximada evocativa.
Hay, no obstante, un poema donde la encantatoria sugestividad de los lugares, de los apamates, se sugiere, insinúa con muy sutiles versos mediante los cuales se teje una oda casi transparente, casi en silencio, en la rítmica de unbadagio sublime. De Juan Calzadilla:
"ESTOS ALEGRES BUCARES...
Estos alegres bucares, estos apamates
en general hablan poco.
¿Por qué tendrían que hablarnos ?
Lo que tienen que decir ya lo han dicho
con sus follajes con sus flores rojas
y moradas, con las vocales tiernas
de sus hojas frotadas por el viento
y hasta que mueran lo seguirán
diciendo de una vez todos de la misma manera.
Basta mirarlos para que se agote en ellos
toda probabilidad de elocuencia
y su existir es reposada
presencia que en el sólo
mirarlos se agota.
Si algo tuvieran que decir
en general hablan poco.
¿Por qué tendrían que hablarnos ?
Lo que tienen que decir ya lo han dicho
con sus follajes con sus flores rojas
y moradas, con las vocales tiernas
de sus hojas frotadas por el viento
y hasta que mueran lo seguirán
diciendo de una vez todos de la misma manera.
Basta mirarlos para que se agote en ellos
toda probabilidad de elocuencia
y su existir es reposada
presencia que en el sólo
mirarlos se agota.
Si algo tuvieran que decir
no nos lo dirían a nosotros.
Se lo dirían a los astros
o a algún dios oculto en sus frondas”.
Se lo dirían a los astros
o a algún dios oculto en sus frondas”.
(Poema de Juan Calzadilla publicado enmla revista Golpe De Dados, N CXXXVII. Bogota, Septiembre-Octubre de 1995. P.93)
LO ÓRFICO Y LO NÍTIDO EN DOS POEMAS A UNA MISMA FLOR
“Con acciones gratas a los Dioses tu animo alegra, Pues ello la mas alta de las ganancias encierra”. Baquilides, Epinicio III.
Hay varios nombres en el sermo rurales para el arbusto y su famosa flor: “dama de noche”, se le conoce además con el de “flor de baile”, “reina de la noche”, “flor de noche”. Se han ocupado de él algunos botánicos del País. Estúdialo brevemente Henri Pittier, la nomina (por sinécdoque) “reina de la noche” en su Manual de las plantas usuales de Venezuela (Caracas, 1970. p. 359); detallada la planta con mas extensión Jesús Hoyos en su Flora tropical ornamental (Caracas, 1978. p. 82), se seleccionan al respecto algunas líneas de este texto:
“Oriunda de America tropical, esta ampliamente distribuida desde México hasta Brasil, incluyendo Las Antillas. En Venezuela crece en forma silvestre en las zonas calidas del norte del País y en forma de cultivo en patios y jardines urbanos. (…) Flores blancas, grandes, vistosas, fragantes, las cuales se abren al caer la tarde. Poseen un largo tubo floral de 14 a 30 cm de largo, con el cual se proyectan por encima y hacia fuera del margen de las ramas.”
Pertenece a la familia de las Cactáceas, su termino científico: Epiphyllum oxypetalum. Deben descartarse de este panorama expositivo dos conocidas Soanaceae: “dama de día” (Cestrum diurnum), “damita de noche” (Cestrum nocturnum), ambas así mismo de flores gratamente olorosas.
¿Qué es lo órfico en la lírica? Significa lo órfico en el poema la música de lo recóndito portadora de sabiduría proveniente del “sentido interno (Kant), de “lo sabido”, del “ver” anticipador, de la anamnesis escapada de la noche de la existencia. Saca esta singular melopeya a la penumbra la reveladora armonía de la oculta sapiente belleza – kalosofia- situada mas allá de la patente verdad de la faz de la naturaleza (del phainein physeos). Carga en su seno lo órfico una densa musicalidad impregnante de los vocablos de los versos, ello nunca su absoluto devela más si deja oír su opaco retumbar lejano. Poetiza el trovador órfico, aunque a veces no se perciba así, desde el borde mismo de la muerte (intelectualizada), no real) mas mirando hacia la vida.
De cara, pues, a la ventura al borde del abismo (conceptualizado), sintiendo en la nuca el espeso aliento emanado de la inmensa boca del dragón de la Nada. Arriban dichos sonidos al alma, nutren los sentimientos, corporizan las voces. Conmueven cuando van mas allá, se transmutan en estrofas cuyos vocablos solo arrastran palpitos, emociones transfiguradas para capturar en ritmos pensantes, en sabia melodía, con turbadora certitud, los distantes repiques de las campanas del sobrecogimiento, el retumbar de las oxidadas puertas de hierro de lo arcano. Alcanza, por ello, la poesía órfica – en cualquier breve, posible, instante-alguna latitud de lo sacro.
En la literatura lo órfico en ningún momento estriba en un culto exterior estético o en una oferta misterica a la cual se va en su búsqueda, no: pertenece lo órfico a la condición innata de algunos poetas, una invitación venida desde dentro de la creatividad misma del bardo, la cual se asume o se desecha.
Podría conceptualizarse lo órfico ya en la mera composición mediante la Idea de la pulchritudo obscura en su decir poético (la belleza secreta, oculta, difícil).
Pone Platón en boca de Sócrates, en su dialogo Hipias Mayor, este final axiomático: “Las cosas bellas son difíciles”. (México, Porrua, 1972. p. 247). Denota la primera condición de la pulchritudo obscura la libertad, absoluta, del pensar.
Al emerger, plasmarse, en la escritura la voz interior del poeta lo hace a través de una urdimbre de versos cuyo sentido resulta opaco el lector, este entonces indaga en su ilustración, cogita, contempla. Los vocablos por la vía de esa musicalidad emánate del retumbar de los bonces del misterio, reflejan en su camino a la vislumbre feraces sentimientos espirituales artísticos, reminiscencias del desolvido, señales originadas de los sueños irrumpientes en la vigilia (“A su alrededor por aquí y por allí, imitado formas diversas, yacen sueños vagos como espigas hay en un campo de mieses”… Ovidio, Las metamorfosis. México, Porrua, 1977. p. 162). Con estos sedimentos anímicos los planosevocados de la cantiga se conforman, el tejido de lo enigmático, de allí, de ese corpus odico, dimana lo poético. He aquí, la oda de Rosalina García,
“DAMA DE NOCHE ... Bélico anuncio me traía la conjunción del astro con la flor; tan embriagante era su perfume como acerado el brillo de la estrella. Analfabeta de los cielos, Conjure el saber de los ancestros, Oculto en las ruinas de las selvas. Uno de ellos me dejo esta daga.”
Dota la primera estrofa de un ser a la flor de ese arbusto, extraído del horizonte de la cadencia videncial, del melos, del aroma, del “acerado brillo”, de la noche uncida a su cortejo de entes infinitos. Revela, pues, la naturaleza poética de esa presencia botánica. Descifra, mediante sus ensimismamientos contemplativos el juglar, en la segunda estrofa un “saber” de “las ruinas de las selvas”, obtenido del rostro de la estrella blanca de la flor fragante cual lagrima de la Luna (faz, advocación de la Diosa de la vida silvestre, Dea Diana). Comprende la tercera estrofa un verso solo. ¿Traduce el plano evocado de la metáfora, “daga”, el plano referente de: la palabra? ¿El don otorgado por la floresta? Al iluminar la naturaleza órfica de la “dama de noche” esta a cambio le develo mediante el sortilegio del “perfume” en la “bélica” noche de la jungla, la “daga”, la palabra, obviamente convertida en la cantiga misma, esa laude, ese aire de nocturno schubertiano, en esos ocho versos.
Orfeo –el mìtico rey, músico tracio- después de la muerte de su Euridike ya no canto mas a la alegría, a los goces con su ninfa en la floresta. Regresara Orfeo de su inútil búsqueda de la driade en el país de Hades, del reino de los muertos, del archipiélago de la Nada, solo con la memoranza de Euridike transmutada en quejumbre, apenas un pedazo de atardecer hecho de nostalgia. Esencian ahora sus cantos voces de lo recóndito, aflora un paisaje interior obscuro, profundo, enigmático, melancólico. Comenzó así en el mythos- esta dimensión de la lírica. Muy luego, ya en la visible planicie de la historia literaria en el primer gran espacio de la clasicidad, el paradigma de la poesía órfica lo representara – entre sus muchas otras virtudes escritúrales- Pindaro (circa 520-440 a JC).
Paralela (relativamente) a esta entidad composicional otra odica se escribía en el largo camino de la literatura accidental, esta por el contrario vertía en los versos la lírica exponente, reflectante, de la realidad inmediata, la circuyente del poeta, el mismo con sus sentimientos, las intimas emociones, los placeres somáticos de lo erotia, los dolores aposenianos en la psique: la naturaleza en su acepción biológica, geográfica, paisajes, los bosques, los ríos, el mar, sobre todo el Sol: la luz a la logicidad notoriamente asiste; presentes en esa misma dimensión las pasiones del humanus, los temores ante el mal, el amor inmerso en el laberinto de sus estratos (la conflictividad del eros). Siempre fiel a las percepciones de esas múltiples existencias, para ello empleo la parte de su mente más eficaz para enunciar la vida: la razón.
Portaban esas composiciones sus necesarias inherencias: la musicalidad para el afortunado manejo de los recursos expresivos artísticos del lenguaje, mas la emotividad, la afectividad, la sugestividad, pero vigilados por la lógica junto a la patética vocación por la realidad. La razón, por consiguiente, sobre el escritor había dejado caer su manto; el relámpago del rayo imperaba sobre su espíritu. Se origina así en las cantigas la Idea de la pulchritudo nítida, rationalis (la belleza transparente, levantada sobre la diáfana urdimbre disposicional de los versos).
La pulchritudo nítida, rationalis hallo en Horacio (Quintus Horatius Flaccus: 65-8 a JC) su mas esforzado exponente en el capitulo latino de la Antigüedad Clásica; se expandirá ese fulgor nacido del rayo de la razón por el Occidente del mundo, arribara a Venezuela uncido al origen de su singular poesía, la cual a su vez coincide con el advenimiento de la Patria independizada, libre autónoma, soberana. Dentro de esta concepción de la creatividad humanística Andrés Bllo se formo, constituye su obra lírica el paradigma de la pulchritudo nítida, rationalis en el Continente Latinoamericano.
Esclarecería, tal vez, esta otra dimensión de la odica la frase de un filosofo quien afirmo acerca de un aspecto en la esencia del arte: “lo real le regala al hombre el esplendor hasta entonces oculto” (M. Heidegger, Ciencia y meditación). En esta contemporaneidad, en este espacio intelectual, los cánticos de Carlos Augusto León se ubicaran. He acá su elegía,
“LA FLOR DE BAILE ... Yo estaba en mi tristeza y de pronto se abrió la “flor de baile”, la de los largos pétalos que estallan de blancura… Solo una vez al año llena toda la noche su fragancia, muere al amanecer. Yo estaba en mi tristeza y me dije que bien vale la pena vivir para mirar cosas como esta, aunque solo sea una vez al año.”
La disciplina intelectual de Carlos Augusto León erigida sobre la ideología del materialismo científico engelsiano le impidió adentrar su poesía en las estancias espirituales artísticas de lo órfico, de lo enigmático, de lo oniria; mantuvo siempre sus estrofas inscritas entre los linderos de una hermosa expresión de alta sugestividad a la par de una radical transparencia, mas controlada (vigilada) por la pasión del relámpago del rayo de la lógica, sin desestima del implícito sentimiento natal.
En su libro Los dísticos profundos (Caracas, 1984. p. 64) escribe:
-...“Quisiera para el verso la nitidez del trinco.”...-----
Sea desde la purpurina del ocaso o bien bajo el fulgor del rayo, ambos poetas con las hondas voces de su alma compusieron dos magnificas odas, muy distintas, a una misma flor de la botánica nativa, “la dama de noche”, también llamada “la flor de baile”.
OCCASUS SCRIPTI
Finalmente: ¿que son los arboles , las hierbas , lo vegetal ? ¿ Cual es su quiddidad? Aparte de la descripción geométrica exacta de su corporeidad hecha por los botánicos nada en verdad en cuanto a ser sabemos . ¿ Quid est ress arborem? Forman parte de los entes con vida, por tanto los atributos de esa condición les pertanecen. Sorprende, en primera instancia, su movilidad:
nunca se desplazan cual los peces, las aves, los reptiles, los cuadripedos; caminan mucho pero sin ruido, andan por las comarcas de la Madre Gea en el silencio de sus semillas, de sus esporas, de sus rizomas, o de la mano de las personas amigas, de los philódendra (los amorosos de lo árboles). Colonizan así territorios, pueblan montañas, cubren extensiones de agua Ahora bien , ¿ sienten , piensan ? Dira no un científico , un poeta ante esas pregunta primero calla , luego sonrie , después preguntará también él : ¿ Acaso nuestro sentir pensar representan los únicos modos?. La duda del filósofo Descartes, como siempre conviene.
Parlotean sin cesar las hierbas, las matas, los arboles, con los pájaros, con el viento, con las nubes, alégranse con el advenimiento del solariano azul, se entristece con los umbrosos grises cuando los cielos se encapotan, callan durante la noche sin dejar de sonreir a las estrellas.
Más allá de los estudios morfológicos, de la taxonomía de los vegetales, Continuarán aun durante mucho tiempo cuales entes enigmáticos la hierba , el verdor, la fronda .¿Sabremos en algún capítulo de la existencia del humanus quienes son ( ... o quienes fueron) gracias al compartir con ellos esta aventura de la Tierra? Trata tal vez de abrir la criptica entidad de lo vegetal el poeta Fernando Paz Castillo (Caracas: 1893-1981) cuando en su oda LA VOZ DE LA SELVA escribe,
(...)
"Arbol la brisa de apacible curso,
árbol la tierra de áspera fragancia,
y árbol el árbol que se lanza altivo hacia la fronda estrellada de la noche.
Dios mismo es árbol que creció en los hombres:
la divina simiente derramada
sobre el haz de la tierra.
Árbol el canto, que plantó en la brisa
la misma unidad del ave errante,
y el agua que en la noche generosa copia en su seno
-oomo Dios al mundo- el tremulo fulgor de los luceros."
(...) (Fernando Paz Castillo, Poesías. Caracas, Arte, 1966. pp. 220-222).
Hallará la verdad del árbol Paz Castillo nunca en la experiencia terrenal cruda sino en el nivel de lo intelectual contemplativo en donde la anamnesis, la reminiscencia fulge con patética autenticidad, con su pureza. Trae, a su regreso del mundo de las Ideas de Platón, el poeta la memoria de aquel misterioso ámbito con el cual repiensa el saber verdadero frente a lo lúdico de las siempre aproximaciones borrosas del conocimiento sensible.
Finalizamos esta disertación sobre la botánica y la lírica con dos poemas de Juan Beroes de su libro Retablillo de la Anuciacion (Madrid, 1952) inspirado en el encuentro maravilloso entre el Arcángel San Gabriel y la Virgen María para notificarle el advenimiento de Jesús Cristo. Abre el opusculo con la INVOCACIÓN dedicada a Fra-Angelico, pintor del famoso cuadro LA ANUNCIACION el cual reposa hoy en el museo del Prado en Madrid. Siguen luego cuarenta y cuatro ESTANCIAS y cierra con el CABO. Escogieronse las ESTANCIAS XIII y XIV, canta en ellas el poeta a frutos y flores de la huerta de la Virgen María. Delicados versos para celebrar ese momento transcendental para Occidente, el amor del Cristianismo. ¡Aleluya!
ESTANCIA XIII
Hace el Endechador perfumada memoria de los frutales comarcanos que en la huerta estaban y crecian:
Con asombro florecido
traspasaba el naranjueleo
un aire en que andaba herido
de pájaros el ciruelo.
Dos cerezos, y un granado
que granaba en levantado
sabor vegetal de rio...
Y hasta un membrillo pequeño,
que alumbraba hojas del sueño
con luz de un almendro frío.
ESTANCIA XIV
Ahora, sobre piés de subidísimo aroma, se adelantan las varias flores que con debo oloroso vagaban por el jardinillo:
Por célica enredadera
deslizábase una rosa,
y en mínima primavera
sobre su luz la hortensiosa.
El don Diego alabardero,
y el tulipán caballero
sobre un palafrén de olores...
Y en su cálido cuartel,
el fino doncel clavel
imayorazgo de las flores!
ASISTENCIA BIBLIOGRAFICA:
Andrés Bello, Gramática. Caracas, Ministerio de Educación, 1951 (Obras Completas. v. IV).
Andrés Bello, Poesías. Caracas, La Casa de Bello, 1981 (Obras Completas, v. I).
Juan Beroes. Retablillos de la Anunciación. Madrid, 1952.
Caii Valerii Catulli Veronensis Libe. UNAM, Bibliotheca Scriptorum Hraecorum et Romanorum Mexicana, 1969.
Juan Calzadilla, "Estos alegres bucares"... En: Golpe de Dados, N CXXXVII. Bogotá, Sept. Oct. 1995.
James George Frazer, La rama dorada. México, Fondo de Cultura Economica, 1981. Rosalina Garcia, De intima brasa. Caracas, 1987.
Garcilaso de la Vega, Poesias. Buenos Aires, Pleamar, 1981.
Martin Heidegger, Introducción a la metafísica. Barcelona, Gedisa, 1977.
Homero, La Iliada. Madrid, Espasa-Calpe, 1976 (Traducción de Luis Regala y Estalella).
Jesus Hoyos, Flora tropical ornamental. Caracas, Sociedad de Ciencias Naturales. La Salle, 1978.
Carlos Augustó León, Juegos del yo. Caracas, UCV, 1989.
Ovidio, Las metamorfosis. Mêxico, Porrua, 1977.
Fernando Paz Castillo, Poesías escogidas. Caracas, Seguros Horizontes, 1974. Pindaro, Odas y fragmentos. Madrid, Gredos, 2006.
Henri Pittier, Manual de plantas usuales de Venezuela. Caracas, Fundación Eugenio Mendoza, 1970.
Platón, Diálogos. México, Porria, 1972. Safo, Poemas. Madrid 2009.
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Andres Bello
Alejandro Humboldt
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