Semblanza ambientalista de la Madre María de San José

Alejandro Cardozo primo hermano de Laura Alvarado Cardozo siempre  contaba con mucho orgullo la vida de su prima la monja.  Pero su mayor admiración lo expresaba cuando hacía referencia al conocimiento que ella tenía sobre los árboles y la fauna de ese maravilloso bosque nublado  que conforma el hoy Parque Henry Pitier, en la cordillera del Estado Aragua. Según Alejandro, tenía una gran amor  por los arboles gigantes que custodiaban a su pueblo natal Choroní, entre ellos el Niño, el Ñame Palo, el Puma Rosa.  Ella se recreaba caminando entre los cafetales y cacaoteros.  También le gustaba mucho los variados tipos de mangos que se daban silvestremente en los alrededores.  Conocía exactamente cada lugar donde se encontraban los distintos árboles y arbustos.  Ella los escuchaba y conversaba con ellos.  Fue siempre su gran protectora y con su ejemplo, en la comunidad de Choroní los árboles se hicieron seres queridos.

 

La contemplación de los pájaros que revoloteaban por el pueblo fue una de sus aficiones más tempranas, según cuentan quienes la conocieron, ella podía distinguirlas por sus cantos y sus diarias caminatas eran acompañadas por muchas de estas aves, al igual que ardillas, mariposas y pequeñas lagartijas que se mostraban al sentir su paso.  

La monja del bosque encantado, esa selva llena de misteriosos ecos y verdes aromas, encontraba sus momentos de meditación con el sonar de las cascadas que se producían en el  Rio Choroní.  Ella se sentada en las grandes y ovaladas piedras encalladas dentro de sus aguas,allí  a ratos mojaba sus pequeños pies en esas corrientes cristalinas que venían de los más alto de las montañas.

Hay una leyenda que la vinculan a sus años de mocedad, que estando en una de las orillas del rio se le acerco inadvertidamente un cachorra de tigre que era observada a pocos metros por una enorme tigra. La cachorra la acaricio y con las mismas regresó con su madre y ambas luego de beber agua se fueron del rio.

La amada naturaleza con su flora y fauna le hizo siempre muestras de su agradecimiento y presagió desde sus inicios que ellaera un ser de bien.  

Aun ya en sus años de adultez,  viviendo en su congregación en Maracay, las aves y las mariposas la seguían visitando diariamente.  Cuidar los árboles, reponerlos, proteger la fauna silvestre, conservar la naturaleza, es también parte de su legado.